La Corporación Tepiapa reconoce e insiste en que la real transformación de nuestro país requiere de apuestas cotidianas, públicas y privadas, de las que todos y todas seamos responsables…
Como organización social que cuida y cree en el trabajo conjunto que transforma vidas, queremos manifestar nuestra opinión pública en torno a los hechos y acontecimientos que ha vivido nuestro País, en ocasión del paro Nacional.
Nuestro pronunciamiento quiere ofrecer algunas consideraciones que deben estar en la reflexión y en la acción que nos moviliza en una protesta pacífica y crítica a toda la sociedad colombiana. No queremos tener un pronunciamiento políticamente correcto, sino ofrecer algunas consideraciones que se tiene que dialogar y atender:
Corrupción
De acuerdo a Transparencia internacional (1993), corrupción es: el abuso del poder confiado para beneficio privado. Y continúa describiendo los efectos de la misma: “erosiona la confianza, debilita la democracia, obstaculiza el desarrollo económico y agrava aún más la desigualdad, la pobreza, la división social y la crisis Ambiental”.
Los sucesos en Colombia durante los últimos días no son resultado de una, dos o cuatro reformas (salud, pensiones, laboral y tributaria) sino de años de poner a pagar a la gente de a pie, de robos, de malos usos, y del despilfarro de los recursos de la nación por parte de los políticos, a continuación, algunos datos puntuales:
Robos: Folconpuertos, Hidruituango, Odebrech, entre otros.
Usos Inadecuados: Mientras el salario mínimo para 2021 es de $908.526 con un auxilio de transporte de $106.454, un congresista le cuesta al país $94.307.150 mensualmente, y de estas dimensiones en el país tenemos cerca 280 puestos políticos (Revista Semana, 2020). Ello sumado a por ejemplo, un déficit fiscal del 7,8% (El Espectador, 2021).
Despilfarro: programa televisivo del presidente ($6000.000.000), imagen alcaldía de Peñaloza ($230.000.000.000), desfalco del carrusel de la contratación ($ 2.2 billones).
Otros aspectos que cuentan para exacerbar las desigualdades del pueblo colombiano son: la crisis bio-sanitaria producida por la pandemia que permitió visibilizar ese mal manejo de los recursos públicos y el desacierto en las acciones del gobierno, el narcotráfico que pulula en el país, el asesinato de líderes sociales, la minería ilegal, la velocidad con que se destruyen las selvas, y la incipiente respuesta a los procesos migratorios de casi 2 millones de venezolanos.
El Banco de la República anunció que Colombia terminó el año 2020 con una deuda externa de US$154.000 millones, lo que representó el 55,4% del PIB nacional para ese año. (La República, 2021). Esto implicó que se siguieran las “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional (FMI), entre ellas, desarrollar una reforma tributaria, la cual comprende: ampliar la base de renta de personas naturales y reducir las exenciones al IVA (La República, 2021). “Recomendaciones” como las del FMI también implicarían para Colombia otros ajustes, entre ellos, reducir el gasto público, incentivar la privatización y desregular los mercados, que de seguir siendo acogidos incrementarán las desigualdades estructurales en nuestro país.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el 2020 finalizó con 21 millones de personas en situación de pobreza monetaria. Así mismo, el Coeficiente de Gini (Valorado de 0 a 1, siendo uno el valor mayor para determinar la desigualdad en el país) de Colombia pasó de 0.505 en 2019 a 0.537 en el 2020, constituyéndonos como uno de los países con los mayores índices de desigualdad en Latinoamérica.
De acuerdo a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Colombia está entre los países con mayor nivel de pobreza tras el impacto de coronavirus con 38,7%. Siguiendo el Índice Anual de Miseria de Hanke (Hami), Colombia ocupa el puesto 41 entre 156 países, siendo el puesto 1 el de mayor miseria. Encima, el DANE reportó que para el mes de marzo de 2021, la tasa de desempleo fue de 14,2%, lo que representó un aumento de 1,6 puntos porcentuales comparado con el mismo mes para el año 2020 (12,6%).
En relación a la vida natural de nuestro país, somos testigos de su, cada vez mayor, destrucción y disminución. Según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), en los primeros meses del 2020 fueron deforestadas cerca de 74.000 hectáreas de bosque en la Amazonía, lo que significa una amenaza sin precedentes para la biodiversidad de la región, cuya importancia trasciende al orden planetario.
Estos y otros problemas estructurales que acontecen en nuestro país, son razones legítimas para protestar y levantar una voz de oposición a administradores gubernamentales. Es por excelencia nuestra opción ética: actuar y encontrar una acción social mucho más humana.
¿Cómo lograr la verdadera transformación en nuestro país?
Ahora bien, la protesta social experimentada en el país, si bien hace parte de las estrategias que por derecho tenemos como pueblo, la Corporación Tepiapa reconoce e insiste en que la real transformación de nuestro país requiere de apuestas cotidianas, públicas y privadas, de las que todos y todas seamos responsables. El retiro y/o modificación de la reforma tributaria y la renuncia de ministros y otros funcionarios públicos no garantizan en lo absoluto el cambio estructural que necesita nuestro país. Las problemáticas abordadas en este corto texto y otras como la violencia histórica y las múltiples fallas en el cumplimiento del acuerdo de paz merecen de ejercicios sólidos de investigación, política pública y acción social, ejercicios a los que invitamos a participar.
Reconocemos también que la real transformación merece edificarse, sin negociar aspectos como el derecho a la vida, la educación o la salud, del mismo modo, vemos necesaria y vital la gradualidad de procesos en el corto, mediano y largo plazo, en la que seamos protagonistas propositivos, activos, soñadores y constructores de utopías para transformar realidades. Estos y otros procesos y principios son fomentados, vividos y promulgados por Tepiapa Co.
¿Algunas líneas para pensar?
Sanar las graves fracturas de credibilidad en la institucionalidad del país. Esto se materializa en el cumplimiento de las normas y las leyes colombianas que permitan la recuperación, aclaración y debida sentencia a todos los casos impunes de mal usos de dineros, crímenes y abusos en contra del bien común.
Dicho escenario necesita un espacio para escuchar al pueblo, para que se tenga una visión aterrizada y real de lo que siente el colombiano promedio y aquel que no es escuchado se encuentra en esa Colombia profunda. Un espacio donde se le respete la vida y se den medios adecuados para enseñar y aprender y no simplemente suplir. La gente no pide nada regalado, simplemente los medios necesarios para iniciar a caminar.
También es urgente que los gastos se repartan de manera más equitativa pues pareciera que se gobierna para el beneficio de unos pocos y eso es corrupción. Velar por el cuidado de los más desprotegidos es el esfuerzo que cualquier sociedad civilizada debe promover.
Finalmente, es de vital importancia para nuestro país y sociedad que los acuerdos y los compromisos de paz se respeten y se cumplan, pues eso evitará la reincidencia de grupos armados al margen de la ley, y propiciará una lucha activa contra el narcotráfico y la promoción y protección efectiva de esos lugares y personas olvidadas en Colombia. Por lo anterior, en aras de sacar provecho a la crisis actual, instamos a la construcción de paces que dialogue con los sectores al margen de la paz que aún faltan por alcanzar (ELN, partidos políticos, disidencias de las FARC, el paramilitarismo, etc.)
Invitamos a nuestros voluntarios, seguidores y aliados a seguir construyendo, a seguir transformando, a seguir cuidando la vida, y a seguir gestando en la cotidianidad el Buen vivir en Colombia.
“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!”.
Jaime Garzón